martes, 19 de enero de 2010

La agazapada y latente revolución de Chile


Quizás, una de las mejores formas para desarrollar programas o políticas de educación sea a través del software libre. Las personas, especialmente los niños, tiene la capacidad de aprender cosas nuevas e incorporarlas (o integrarlas) al corto plazo, sobretodo con un buen profesor.

El software libre permite acceder a un área llena de información y herramientas que al mismo tiempo empoderan, educan y ejercitan el cerebro humano de muy buena manera.

Aprender a programar desde pequeño es una opción, pero aprender a usar software libre debería ser insoslayable. Porque para acceder a Internet o escuchar música, escribir, calcular, dibujar, mirar, leer, reírse, conversar, ampliar las redes de contacto o incluso mirar las estrellas, el software libre es "el" puente del que disponemos como ciudadanos 2.0 o personas, simplemente.

Entiéndaseme bien por favor, un ciudadano 2.0 es aquel que hace prácticamente toda su rutina diaria a través de una tecnología de la comunicación y de Internet (e-mail sobretodo).

En este sentido, es un derecho tener y contar con las herramientas públicamente desarrolladas para la gente, que dicho sea de paso, fueron creadas pensando en su distribución gratuita.

Todavía no ha sucedido con tanta fuerza, pero cuando el discurso de efectividad que pregona el desarrollo de software libre impacte a la sociedad, veremos una revolución social en muchos planos.

Educación y gestión pública son dos áreas que están en la perspectiva inmediata de este proto-impacto social. El caso de Ecuador es el mejor ejemplo.

Sobre el discurso de efectividad, me refiero puntualmente, a las consecuencias individuales que acarrea educar y empoderar a una persona a través de estas nuevas tecnologías.

Si un niño ecuatoriano, que a pies descalzos se defiende por la vida, aprende a juntar dinero para ir a un cyber café y éste a su vez tiene GNU/Linux lo que al mismo tiempo le permite acceder libremente a muchos tipos distintos de software libre y de información, la realidad de este niño tendrá una cuarta dimensión que le permitirá, a lo menos, ejercitar su cerebro a través de las "barreras" que educativamente imponen estas nuevas tecnologías. Eso por un lado. Ahora, si pensamos en cómo impactan las nuevas tecnologías que desarrolla solamente Internet (Facebook, Twiter, Blogs, Fotolog, Flickr, Live MSN, etc.) y lo rápido que este niño ecuatoriano se supone las domina, tenemos otra forma de ejercitar su cerebro aprendiendo o auto-educándose.

Es importante redirigir este nuevo empoderamiento para que la gente se integre de manera participativa y productiva al mundo. Pero también es importante evitar las colonizaciones mentales y dogmáticas que sólo aumentan las brechas y diferencias de oportunidades que trae consigo un sistema de vida neo liberal.

En el caso Chileno, es difícil promover políticas públicas cuyo corazón sea el empoderamiento educativo de la gente a través del software libre. La razón principal, es que en Chile el modelo neo liberal "educó" a la gente e instauró en la conciencia colectiva una suerte de "forma de vida". Por lo tanto, esta locura del software libre es una pérdida de tiempo para la mayoría.

Aquí en Chile lo que importa es trabajar para ganar dinero, pero en el entretanto entregamos estúpidamente a cambio nuestro valor más preciado, a saber: nuestro tiempo. Creemos que el tiempo existe y que nos domina, queremos vivir y ser igual que nuestros jefes que viven en la Dehesa y Chiqureo (barrios de clase alta), pero no nos alcanza el tiempo ni los créditos bancarios para comprar tantas cosas. Además todavía no contamos con un contrato laboral que te asegure surgir y aguantar los embates del neo liberalismo. Todavía como mínimo se gana menos de 400 USD al mes y la salud y la educación de calidad, en Chile, exige mucho más dinero. Es decir, tampoco tenemos un contrato social que iguale condiciones y oportunidades.

En Chile todavía existe espacio para discursos lamentablemente hipotéticos de por qué la educación pública es tan mala, porque a los ricos les conviene tener peones ignorantes que trabajen por lo mínimo, de tal forma que ellos puedan reducir lo más posible el gasto y maximizar las ganancias. A ellos sólo les importa la cantidad de dinero que entra mes a mes en sus empresas y los temas sociales más básicos, como un contrato digno, no es tema.

En este contexto, un Chile dominado por la cultura del empresario patrón anti leyes laborales, no deja espacio para discutir la implementación de software libre, mucho menos para buscar una forma de hacerlo realidad. Las herramientas las tienen ellos y se preocupan que no sean compartidas, por último se venden, como el software privado. En este sentido, lo peor sería que uno de esos patrones de fundo se siente en el sillón presidencial y con mayoría relativa en el parlamento redirija a Chile, al paraíso de todos los dogmatismos, donde las conveniencias políticas y la fe religiosa contagian uno a uno, a los partidarios de un modelo individualista y las discusiones epistemológicas son la palabra del Diablo o derechamente brujería. Al igual que los arquitectos del apartheid, fundamentan su "lógica" con dogma y lo alimentan con falta de educación y miedo.

El Chile de hoy carece de un pueblo con representación política, la clase media es en la medida que sus políticos la piensan y estos a su vez, no son más que un conglomerado reducido y estoico, que busca asegurar su propio bienestar y le teme a las discusiones y temas que no domina, al mismo tiempo que las sataniza.

Usted, amable lector, me va a tener que perdonar, pero creo que las herramientas inherentes a las personas son la curiosidad, la creatividad, las conversaciones, la irreverencia, el conocimiento ilegítimo, la calle, la fiesta, la agazapada y latente revolución... justamente, lo que siempre ha ofrecido el software libre.

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